lunes, 13 de octubre de 2008

Aún hoy están abiertas las venas de América Latina

    Hoy es feriado, por ayer. Muchos lo "celebran", yo en cambio, lo considero como el primer genocidio de este lado de la América.
    En busca de los metales preciosos se embarcaron Colón & cia. Toda una empresa, eh, dedicada a completar la fase de acumulación originaria del capital iniciada en el continente europeo al disolverse la estructura feudal de la economía, emprendiendo la desacumulación.
    Allí era necesario desalojar a los campesinos de sus tierras para llevar adelante la esclavización de los obreros, todo ello mediante el sometimiento a una legislación grotescamente terrorista, que castigaba con azotes, encadenamientos, incluso la pena de muerte a quienes se negasen a cumplirla.
    Aquí también se expropió sistemáticamente a los aborígenes de su propiedad social, colectiva. Y también intervino la siempre y tan buenaventurada ley. Se creó un falso contrato social entre poseedores de mercancía capital, y otros, de mercancía trabajo, algunos de los cuales se convirtieron en capitalistas. A su vez, a la tierra se le asignó un "precio suficiente" artificial, el cual sería tan alto que jamás podía ser alcanzado por un trabajador para poder adquirirla.
    Ahora, ¿de qué sirvieron los tesoros extraídos de las tierras americanas? Pues bien, fueron destinados a financiar los créditos solicitados por la corona española, cuya nobleza parasitaria no hacía sino vivir (y morir) sobre los restos del despilfarro en vastos latifundios estériles, que ellas mismas provocaban. Mientras, la otra parte de las riquezas expropiadas se extenuaron en la Contrarreforma católica, y la Inquisición, guerras iniciadas contra el protestantismo. Sí, la religión, siempre la religión.
    Fruto de ello, se llevaban la plata y las materias primas de América, que eran manufacturadas y luego sería vendida por la industria europea en expansión, beneficiada por concesiones, exenciones impositivas, como el caso de Inglaterra.
    No podemos hablar de razas cuando todas las personas pertenecemos a la misma especie humana, me parece que esa distinción es absurda. Contribuye a dividir, que es a lo que se ha dedicado parte de la humanidad en sus intenciones de conocer y catalogar todo lo que existe.

"Si la historia la escriben los que ganan,
eso quiere decir que hay otra historia.
La verdadera historia,
quien quiere oír, que oiga".
Quien quiere oír, que oiga, Lito Nebbia.
 
Para esta publicación, he utilizado las siguientes fuentes: Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, y el tomo sobre la acumulación originaria de El Capital, de Karl Marx, ambas recopiladas en una increíble pieza, que se mantiene muy despierta al paso de la historia.