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viernes, 22 de mayo de 2020

Venus Retro


“Yo siento que nunca pude olvidar a nadie con quien he estado, porque cada persona tenía sus propias características. Uno no puede reemplazar a nadie. Lo que se perdió, se perdió. Cuando cada relación termina, me duele mucho. Nunca me recupero del todo. Por eso, soy muy cuidadosa al involucrarme. Incluso, acostarme con alguien. En realidad, no hago eso, porque extrañaré las cosas más mundanas de la persona. Me obsesionan las cosas pequeñas. Tal vez estoy loca. Cuando era niña, mi mamá me dijo que siempre llegaba tarde a la escuela. Un día, ella me siguió para saber por qué. Yo estaba viendo las castañas caer y rodar en la acera, o las hormigas cruzando el camino, la sombra de una hoja en el tronco de un árbol. Cosas pequeñas. Creo que lo mismo pasa con la gente. Veo en ellos pequeños detalles, muy propios de cada uno, que me conmueven y que extraño y que siempre extrañaré. Nadie se puede reemplazar porque todos están hechos de detalles hermosos y específicos”.

Before Sunset  (2004) ⇒ Richard Linklater.

viernes, 19 de enero de 2018

Carta de despedida

Querida 2 ruedas. Su ausencia empieza a imponerse en mi percepción, en mis planes. Te cortaron la cadena y a mí me cortaron las gambas. Ella me había acompañado en el objetivo entusiasmado de volver a correr. 1, 2, y a la tercera vuelta ya no te vi. Ayer era un día proyectado hermoso, como trato de que sea cada uno. En especial porque, ya en carrera, me había sobrepuesto a algunas contingencias, que no tenían que ver con el calor. Si hasta quería escribir “las gambas tocan el bombo del corazón y le hacen pito catalán al dolor de omóplato derecho y a un cerebro que se desalienta a sí mismo”. O algo así. Lo cierto es que quería dejar de correr antes de haber completado la primera andanza de 20 minutos. Casi me convenzo de ello por las molestas sensaciones corporales que no calmaban a pesar de los masajes que me aplicaba.

(Y es inevitable que después de todo ahora piense que tendría que haberme ido sólo para complacer a mi Diablo, depredador interno que no termino de conocer. Porque también podría pensar que en primera instancia nunca tendría que haberla llevado, que no podría jamás dejarla sola. Pero que al menos no fue violento y que quizás el robo me haya evitado tener un accidente. Pero todo esto no es más que una hecatombe de elucubraciones posteriores que no sirven para nada más que para cavarme un foso más hondo de tristeza e impotencia).  

Recuerdo que al principio no confiaba en ella. En primer lugar, no quería admitirla en mi vida por el orgullo de quien “no puede” aceptar regalos. Luego, parecía empezar a desarmarse: no paraban de caerse tuercas del asiento. Los pedales y el canasto se fueron deteriorando durante la primera semana de uso. Al tiempo fue el eje el problema. Luego vino el descubrimiento de que la rueda era inadecuada para ese cuadro, que se trababa. Al tiempo: cambio de cubierta, cambio de rueda. Pero a esta altura, ya la había adoptado, había estrenado mi primer accidente arriba suyo, la había “tuneado”, como se dice ahora, con un guardabarros, nuevos puños además de un canasto bastante croto, por cierto pero que me ayudaba a transportar cosas, y la mayoría de los kilómetros gastados eran parte de la bienintencionada memoria.    

Yo que no me encariño con ningún objeto más que con algunos libros, practicaba el materialismo con la bici. Orgullo de desplazarme a cualquier lado por mí misma. Quienes me conocían, la bici era una de las primeras cosas que sabían de mí. De disfrutar del placer de pasear al ritmo de una suerte de dos alitas, como de las que hablaba Frida. A pesar de todo me doy cuenta de que, si bien a la bici le iba al pelo el símbolo de las alas, aquellas también pueden representar la imaginación, a la pasión, al amor y a la alegría. Amor y alegría, a los cuales juré defender de circunstancias que muy fácilmente podrían habérmelos arrebatado.

Cuando me di cuenta de que no iba a volver a montar la bici, la tristeza empezó a surcarme un tajo enorme desde las solitarias piernas hasta el corazón decepcionado. Pero sobre todo estaban las personas queridas. Que contestaron enseguida, que se ofrecieron en lo mejor de sí: su afecto. Que me pegué la vuelta caminando con ellas. Y cuando llegué también estaba el vecino más piola del edificio para abrazarme con sus palabras.

Opereta del destino, como llamo a ese orden quizás azaroso, quizás sólo incomprendido por más vasto que nosotros mismos. El vecino bajó en el cuarto piso. Yo continué el ascenso rumbo al décimo piso. De repente, el ruidazo testigo del funcionamiento normal del ascensor se había callado. Estaba atrapada en el ascensor, que se había detenido conmigo adentro. Las personas, que son pocas, pero excepcionales, seguían ahí poblándome de presencia cariñosa.

La sed perseveraba. Extrañamente y muy a pesar de todo terminé sacando una sonrisa del pecho. Y respecto a la bici, ojalá que sea aprovechada, nada más. Como siempre lo mejor de todo es que nos tenemos a nosotros. Gratitud no es conformismo. Pude experimentar eso, así como científicamente. Las cosas son accesorios para hacernos más eficiente la vida. Necesarias, por supuesto. Pero el cariño de la humanidad es lo que nos salva. El corazón está remendándose y las personas queridas dieron las primeras puntadas. Gracias. 





¡Oh amigos, dejemos esos tonos! ¡Entonemos otros más agradables y más alegres! Alegría, hermosa llama de los Dioses, hija del Eliseo. Entramos, oh celeste deidad, en tu templo ebrios de tu fuego. Tu hechizo funde de nuevo lo que los tiempos separaron. Los hombres se vuelven hermanos allí por donde reposan tus suaves alas. Quien haya tenido la dicha de poder contar con un amigo, quien haya logrado conquistar a una mujer amada, que su júbilo se una al nuestro. Aún aquel que pueda llamar suya siquiera a un alma sobre la tierra. Más quien ni siquiera esto haya logrado, ¡que se aleje llorando de esta hermandad! Todos los seres beben de la alegría del seno abrasador de la naturaleza. Los buenos como los malos, siguen su senda de rosas. Ella nos da besos y vino y un fiel amigo hasta la muerte, al gusano le concedió la voluptuosidad, al querubín, la contemplación de Dios. Volad alegres como sus soles a través del inmenso espacio celestial, seguid, hermanos, vuestra órbita, alegres como héroes en pos de la victoria. ¡Abrazaos millones de hermanos! Que este beso envuelva al mundo entero! Hermanos! Sobre la bóveda estrellada habita un Padre bondadoso! ¿Flaqueáis, millones de criaturas? ¿No intuyes, mundo, a tu Creador? Búscalo a través de la bóveda celeste, ¡Su morada ha de estar más allá de las estrellas

Letra Oda a la alegría (Beethoven).
Recorte de la peli Hombre mirando al sudeste (Eliseo Subiela).

domingo, 18 de junio de 2017

Un hombre llamado Ove (Suecia, 2015)


    Porque por suerte no sólo se trata de la truculencia de Lars Von Trier en Escandinavia. Y tanto allí como aquí la gente puede llegar a ponerse tan molesta que a uno le cuesta conseguir su propio suicidio tranquilamente. Si se me permite, voy a decir que la historia está construida con un nivel de dramatismo en su punto justo y un humor bastante ingenioso. Sin golpes bajos, admite verse de corrido aún en sus casi 2 hs de duración. Y al final recuerden que puede ratificarse eso que se dice, que en el fondo uno tiene el corazón grande.


domingo, 19 de junio de 2016

Locura de amor

La locura
de que la locura
porte alguna función
que se parezca al intento
de propender hacia formas
más sanas de amor

 
   Hombre mirando al sudeste (1986), Eliseo Subiela.


"Sólo hay 4 preguntas fundamentales en la vida
 ¿Qué es sagrado?
¿De qué está hecho el espíritu?
¿Para qué vale la pena vivir?
¿Y para qué vale la pena morir?
La respuesta es la misma.
Sólo el amor.
Don Juan de Marco (1995), Jeremy Leven.

domingo, 3 de enero de 2016

El Cisne Negro

Dirección: Darren Aronofsky
(sí, sí: el mismísimo encargado de Pi)
Año: 2010


No puede ser más sincronístico este hecho: recibir el año nuevo decidida por curiosidad a mirar la película El cisne negro y destilar en su transcurso las lágrimas que me indicaban que estaba proyectando la médula de mi vida en otro contexto. Que se realiza hasta en el símbolo donde se muestra el intento de una psique desesperada por querer cruzar los límites arrancándose obsesivamente la piel.
Todos siempre supimos la historia: aquella de las hermanas gemelas opuestas de raíz, una que viste de luz y la otra menos conocida porque yace en la sombra, quienes no sólo van a hacerse la idea de entablar diálogo y reconciliarse, además van a tener que recrear el matrimonio sagrado: fundirse explícitamente para dar lugar a una mayor integridad, como cuando el principio femenino y masculino se sintetizan en un un nuevo ser...
Aunque para atravesar el proceso tengamos que ponernos de rodillas ante la crudeza de los modos con los cuales suele irrumpir nuestra Sombra, o Cisne Negro quien viene a quebrantarnos los cimientos de una estructura uniformemente sostenida, rígidamente mecánica y previsiblemente preparada. Como cuando encarnando el papel del Hades griego nuestro Señor de los Muertos arrebató a la doncella Perséfone de su perpetuo confinamiento en el útero de su polarizada madre. Donde es la fuerza del deseo, de la espontaneidad, de la astucia, de animarse a correr y a pedalear riesgos, de la sensualidad, de las sinuosidades, de la liberación, que vuelven a dar curso a la fluidez de la creatividad, de LA VIDA, porque nada podía latir allí donde nada entraba en movimiento. Con la templanza de saber que cuando nos decidamos a salir a la escena como Cisne Blanco lo haremos perfectamente renovados.
Dice Liz Greene que "en el seno de la psique hay un impulso hacia el crecimiento, que exige un cambio constante de aquellas formas mediante las cuales aquél se realiza. Lo quiera o no, el individuo debe crecer, y el ciclo del crecimiento incluye necesariamente un período de muerte, decadencia, nueva germinación, gestación y nuevo nacimiento. En la totalidad de la naturaleza se confirma este principio". 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Prendimi l'anima

Te doy mi alma
Roberto Faenza
2002

-Sabina
-Loca linda.
-Ánima. 
-Guardiana del alma. 

    A veces queremos ser escuchados sin más, sin que nos antepongan prejuicios ni nos finalicen con juicios. Y qué más decir, inevitablemente que amamos a quien nos religa, que nos hace sentir parte y todo.
    La película comienza cuando una joven, emparentada con Sabina Spielrein, trata reconstruir su historia con la ayuda de un historiador que se aparece durante su búsqueda.
    Así, a partir de la lectura de textos y cartas, y la visita a lugares decisivos se vuelven a levantar los escenarios de los sucesos que unieron a Carl Jung con su primera paciente, Sabina.
    Me pareció excelente la Sabina que devolvió a la vida la actriz Emilia Fox, es exquisita en sus detalles y en verdad enamora, esta mujer que al parecer tenía algunas ideas sobre la reforma a este sistema que oprime e inhibe a tantos niños en nombre de la educación.

Tumbala Tumbala Tumbalalaika


Gracias a Luis Alves (You Tube) por el video

martes, 28 de agosto de 2012

El Encanto del Erizo


- ¡No me ha reconocido, no me ha reconocido!
- Es porque no la ha visto nunca.

Cuando leí sobre una película que trataba acerca de una persona que trabaja como portera me interesé de inmediato. Es que nunca había visto ninguna, y peor aún, habiendo transcurrido mi vida en edificios, jamás he llegado a conocer bien a ninguno de ellos, si bien no habitaban los edificios como en esta peli.
Sin embargo, aquí nos atraviesa otro meollo...
¿Cuántos prejuicios podemos construir?
¿Cuánta naturaleza adquirimos?
¿Cuántas realidades personales retorcemos en este sencillo acto de imagen y palabra?
¿Cuánto del otro nos atrevemos a opacar?
¿Cuánto nos separamos?
¿Cuánto nos estropeamos, finalmente?
 

domingo, 1 de julio de 2012

Lucio

Aitor Arregi y José María Goenaga
2007

"Mi suerte fue nacer pobre pobre, porque no tuve que hacer ningún esfuerzo para perder el respeto a todo lo establecido: la iglesia, la propiedad privada, el estado".


Ante los responsables de City Bank: "Yo no soy ningún criminal, pero ustedes con los dólares no hacen más que corromper el mundo entero y son los provocadores de todas las guerras, ustedes son los criminales".

    ¿Falsificadores? Falsificadores son aquellos que han adulterado la condición humana, quebrantando los valores sagrados de la comunidad, estafadores son quienes todavía hacen lo que esté a su alcance y más para estropearla a fin de saciar apetencias egoístas y de tan caraduras ni siquiera se atreven a dar la cara, defraudadores son aquellos que mediante su crueldad intencionada pretenden despojarnos de la utopía de llevarla a cabo.
 
     Aún no se da con las palabras para expresar la emoción condensada de parte del modesto ser que escribe y también anda intentando crecer aprendiendo. El significado que pueda representarnos la lengua siempre quedará frágil ante la magnitud de seres como Lucio Urtubia, cuyo compromiso humano lo trasciende y nos obliga a, al menos, sentir la imprescindible como urgente necesidad de querer seguir sus pasos. 

domingo, 29 de abril de 2012

Into the Wild

¿Alguna vez estaremos preparados para emprender el retorno?
Luego de habernos escindido de ella, ¿a alguno le cabrá el rótulo de hostil?
Sea como sea, hemos sido nosotros los extraídos, los adulterados, los extraviados...
y si regresamos, estaremos sujetos a sus reglas. 
 
“La felicidad sólo tiene sentido cuando es compartida”.
Solari lo sabía, él se iba a ir junto a vos, bien lejos de éste mundo...
¿alguna vez estaremos dispuestos a concretar el retorno a la humanidad?...
cuando nos apropiemos de un medio que sea sólo medio, una vía que no nos quebrante de antemano.



[Muchas gracias a Gastón (El Duende del Patio) por esta recomendación cinematográfica.
La excelente conjugación de fotografía, interpretaciones, banda sonora, reflexiones y bellísimos paisajes
no puede hacer otra cosa que remitirnos al alma]
Into the Wild, Sean Penn, 2007

domingo, 8 de abril de 2012

Le Fabuleux Destin d'Amèlie Poulain

 Jean-Pierre Jeunet
2001

     Desde que la vi por primera vez, hace unos años, hasta hace un par de días que repetí su compañía, no he conocido hasta ahora obra del cine en la cual me haya encontrado a mí misma, ni película que alcance a equiparar mi encanto por ésta. Y me atrevo a asegurar que siempre será mi preferida. La belleza de la banda sonora compuesta por el genial Yann Tiersen, su fotografía, sus personajes (en particular, Amèlie y Raymond), la focalización en las miradas como en los pequeños gestos me han hecho amar a esta película como en aquella primera ocasión, sinceramente no ha habido otra que haya conseguido arrancarme  lágrimas de emoción inmensurables.
     Se puede decir de Amèlie que es una chica fuera de lo común, una chica soliaria, una soñadora quien ha desarrollado su imaginación desde muy pequeña, una chica sensible que otorga especial atención y cuidado a los detalles, ella puede encontrar en una diminuta cajita de madera fragmentos de la infancia de una persona, porque es capaz de vislumbrar que las cosas simples, los pequeños placeres cotidianos son aquellos que nos caracterizan y le imprimen una huella a nuestra personalidad, nos distinguen de entre la multitud, nos hacen ser quienes somos.
     Amèlie también es una chica cuyos temores a ser lastimada contribuyeron a resguardarla en su timidez como me sucedió a mí cuando erigí mi propio muro para encerrarme en él, pero al mismo tiempo su sinceridad es lo bastante genuina para llevarla a crear sencillos gestos que derramen felicidad hacia su entorno, aunque sin interferir directamente en la vida de las personas. Y de eso se trata el amor, del acto de dar. Erich Fromm escribió en El Arte de Amar que “amar es fundamentalmente dar, no recibir. Sin embargo, la esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una persona a otra? Da de sí misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él -da de su alegría, de su interés, de su comprensión, de su conocimiento, de su humor, de su tristeza-, de todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en él. Al dar así de su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra al exaltar el suyo propio. No da con el fin de recibir; dar de por sí es una dicha exquisita. Pero al dar, no puede dejar de llevar a la vida algo en la otra persona, y eso que nace a la vida se refleja a su vez sobre ella; cuando da verdaderamente, no puede dejar de recibir lo que se le da a cambio. Dar implica hacer de la otra persona un dador, y ambas comparten la alegría de lo que han creado. Algo nace en el acto de dar, y las dos personas involucradas se sienten agradecidas de la vida que nace para ambas”. 
    Por eso, Amèlie tendrá que aprender a ser parte de estas historias que su mente esboza como protagonista, tendrá que hacer a un lado su timidez si quiere dejarse amar porque como en un juego hay que devolver el pase, en la vida construir una realción implica comprometernos en su reciprocidad, desenvolvernos en el sincrónico acto de dar y recibir tanto que confundamos estos polos hasta fundirlos en uno solo imposible de ser identificado; así lo supo El Principito cuando se hizo responsable para siempre de su rosa. Si Amèlie quiere permitir que otras personas penetren en su mundo, tendrá entonces que armarse de coraje y aceptar que para abrirse a sentir algo tan intenso como el amor, tenemos que arriesgarnos al dolor, a la decepción, porque después de todo vale la pena, ella no tiene los huesos de cristal, y sobre todo, ella puede identificar el valor de las personas a partir de sus detalles... además, como supo reconocer el adorable Raymond, “la suerte es como el Tour de Francia, lo esperamos durante mucho tiempo, pero pasa rápido. Cuando el momento llega, hay que saltar la barrera sin vacilar”.

sábado, 18 de febrero de 2012

Moebius

Moebius
 Gustavo Mosquera
1996

    Cine y matemática se presentaban en una combinación atractiva cuando puedo decir que por fin acabé de reconciliarme con el cine nacional, dejando de lado mis prejuicios infundados y mis norotundos, y en lugar de ello, interesándome por informarme un poco sobre la temática de las películas como siempre lo hago antes de verlas.
    Moebius ya me había llamado la atención desde que leí que lo caracterizaban como uno de los pocos films de ciencia ficción del país, lo cual me despertó grandes expectativas pues últimamente me siento más cómoda con este género que con otras películas extraídas de un ámbito calificado como más realista. No es que pueda digerir cada película sobre invasiones extragalácticas (de cuya realidad incluso llego a dudar debido a la sobre-extravagancia de sus efectos especiales) pero por medio de la literatura y cine a los cuales he tenido alcance pude ampliar mis capacidades no sólo de imaginación sino también mi modo de ver el mundo, y al mismo tiempo, alegrarme por haber podido desintegrar esos límites. Y respecto a la realización argentina de films de estas características, no lo había sospechado anteriormente hasta tener la agraciada casualidad de toparme con Hombre Mirando al Sudeste.
 
    Volviendo a la película en particular, se trata de una cinta de bajo presupuesto, al igual que la mencionada y de ese modo, esta cualidad deviene en grandeza al proporcionarle un marco lúgubre donde predominan los colores oscuros apenas atenuados por la presencia de los trenes, donde la escasez de música logra que el largometraje torne el caracter de un recorte fidedigno de realidad, esta vez obtenido mediante el ojo cinematográfico. De alguna manera pude presentirlo, porque un aspecto me decidió a verla luego de los ya añadidos, fue el misterio que para mí evocan los trenes subterráneos, más porque parecen pertenecer a una especie de realidad alterna que escapa a la vida que se desarrolla sobre tierra. En este caso, un tren desaparecido se transforma en el hilo conductor de la historia. Aquí es donde comienzan a converger las incertezas y las matemáticas, y sentimos cómo la infinidad del universo se nos escapa de nuestra finitud.
    Si bien se trata de una adaptación, al estar basado el guión en un relato alemán de Armin Joseph Deutsch titulado Un subterráneo llamado Moebius, se percibe la impronta local claramente. En Buenos Aires la habitualidad del transporte subterráneo acorta los tramos de la gran ciudad y se presenta como la solución de quienes deben recorrer kilómetros para llegar a tiempo al trabajo o a clases, no obstante no siempre da lugar a la reflexión acerca de qué artilugios matemáticos se esconderán detrás de la arquitectura de los tan intrincados ramales.
    Cabe destacar, por último el desenlace genialmente impensado y su conclusión desgarradora. ¿Qué respuestas se podrán brindar a este misterio? ¿Las deducidas tras un arduo análisis que pone en jaque los límites de las ciencias exactas o las que caben en el entendimiento lógico de la mayoría de las personas?


+Una curosidad: me resultó asombroso el parecido entre el actor que encarna al personaje del matemático en esta película y Rantés, de Hombre Mirando al Sudeste, tanto que tuve que comprobar vía web si acaso no se trataba de la misma persona. Pero no, sólo había sido una impresión.

miércoles, 25 de enero de 2012

La Jetée

La Jetée (El Muelle)
 Chris Marker
1962

“Nada diferencia los recuerdos de los momentos habituales. Sólo más tarde se dan a conocer cuando muestran sus cicatrices. Esa cara que había visto fue la única imagen en tiempo de paz que sobrevivió a la guerra. Se preguntaba si la había visto realmente o se había inventado ese tierno momento para protegerse de la locura que se avecinaba”.


    Una película francesa distópica fue mi compañía en una noche en que la felicidad que había construido parecía disolverse arrebatada por ese conocimiento que pesa y duele, y su carga que se desploma y duele aún más. Ya había terminado Las Dos Torres, a Frodo se lo llevaban los orcos como prisionero, mientras Sam estaba atrapado detrás de un portón atrancado... y el dolor se acrecentaba, instalándose, el dolor por el conocimiento y la angustia por la imposibilidad de hacerle frente a ese conocimiento. Necesitaba una película donde encontrar en la identificación un refugio.
    La Jetée, creada a partir de fotografías en blanco y negro en movimiento y enlazadas a partir de la voz de un narrador, fue mi salvación esa noche cuando sentí 26 minutos de dolor compartido. Esta película me mostró en la fotografía una forma de contar una historia con sensibilidad en un abrazo retratado al tiempo sin distinciones de presente, pasado y futuro, que nos sigue perteneciendo como nosotros mismos.
    Me siento agradecida por poder sentir con una gran intensidad, jamás dejaré de disfrutar esos pequeños momentos que me hacen sentir viva y si me detengo, será para contemplarlos y luego capturarlos, porque si bien es cierto que siempre se puede estar mejor, también podemos empeorar, y no es que sea conformista en este punto de vista pero no siempre podremos preveer o impedir cuando un hecho desgraciado cruce por nuestra calle.




Where are you now?
Can't you see me?
Where are you now?
Can't you hear me?

Falling, trying.
Searching, losing.
Falling, trying.
Searching, losing.

Where is this land?
We've built for us.
Where are these streets?
We've built for us.

When I am laid
in Earth, in Earth,
can't you be there?
Near me, near me.

When I am laid
in Earth, in Earth
Can't you hold me?,
can't you hold me?
Please.

Summer '78 ♫ Yann Tiersen & Claire Pichet
Fotografías de la película editadas por mí

viernes, 20 de enero de 2012

P.S. (Posdata)

 
    Nunca aborrecí tanto (que lo recuerde) el verano como hoy. Tanto que lo único que me motivó a hacer la tardecita fue posarme frente a la televisión a ver la primera película que empezase y que me anestesiase un poco del calor, aunque proviniendo del cable la segunda intención tenía pocas posibilidades de ser concretada.
    Recién termino de verla. No es que me haya encantado porque en ocasiones me produjo la impresión que ante la cantidad de aspectos que intentaba abarcar terminó rozándolos, aunque tengo que admitir que me hizo pensar, pensar sobre temas a los cuales no les había dedicado demasiada profundidad antes y que en la película se ven condensados en una sola mujer, como la frustración de un matrimonio que se mantuvo durante tantos años pero se acaba al atravesar una edad madura, la dolorosa superación de la muerte de un novio de la adolescencia y la continuidad de la tan frecuentemente celosa amistad entre mujeres, cuando una de ellas se ve en la situación de romper con su novio porque éste se ha enamorado de su mejor amiga... y después de todo creo que estuvo acertado el final.
    Por otro lado, una particularidad me llamó la atención, un acontecimiento ínsignificante para cualquiera, aunque un pequeño detalle para mí y que quebró la frialdad inicial, que consistió en la escena donde ella le pregunta a él si traía protección, a lo cual sobreviene la inmediata búsqueda del preservativo por parte de él intercalada por la espera de ella. Es un momento incómodo donde se interrumpe la sensualidad lograda y porque tampoco es una actividad a planificar que luego sobreviene, sino que naturalmente sucede con escasa preparación, más aun si se trata de dos personas que recién comienzan a entablar una relación. Ahora bien, lo que resulta extraño en realidad (al menos desde mi punto de vista) es su casi total ausencia en las escenas de sexo que se muestran en las películas, quizás motivada porque no resulta atractivo o estético desde una cinematografía cuya meta apunte a la perfección plástica. Aunque siendo un hecho tan humano como cotidiano y que tal vez también podría considerarse un puntapié para la creación de consciencia en el sexo que evite embarazos indeseados con sus consecuencias, me resultó interesante que hayan incluido la mencionada escena en ésta.

lunes, 16 de enero de 2012

Heima

Sigur Rós
Sé lest



La profundidad de la felicidad
              que trasciende los límites de espacio y tiempo
La intensidad de la felicidad
              que naciendo del interior, refluye al exterior
bañando todo lo que toca de amor


Lo efímero de la felicidad
                         que sabe discernir para mí este pequeño momento
La magnanimidad de la felicidad
                         que no le bastan las palabras para ser explicada

miércoles, 11 de enero de 2012

π

π
“Pi”
Darren Aronofsky
1998
  
    Tras la conocida obsesión que me causó Donnie Darko, continué con mi búsqueda de “películas raras”, “raras” en el sentido de que sus tramas constan de temas que no son frecuentes de ser tratados por la cinematografía, o que me introduzcan a la visión de diferentes aspectos de la realidad... en fin, películas que me dejen pensando. Entonces, me topé con un interesantísimo film cuyo subtítulo se ha traducido como fe en el caos u orden en el caos. Cuenta con una estética desarrollada en blanco y negro, donde se evocan imágenes bastante poderosas que son potenciadas a base de la impactante banda sonora como a partir de las tomas en primeros planos y movimientos de la cámara. Este acentuado contraste evidencia claramente lo estremecedor, incluso angustiante del film y a su vez capaz de tornarlo poderosamente intrigante a medida que nos centramos en la habitación enclaustrada del matemático interpretado fielmente por Sean Gullette, en su mente como en un juego psicológico muy bien logrado que del mismo modo atormenta al espectador.
    Me fascinó porque roza una de las entrañas de la filosofía que tanto me apasiona, si bien conservo mi escepticismo: si todo cambia, todo se transforma; el ser humano nace, crece y muere en una realidad circular que aparentemente no tiene inicio ni fin y siendo que a todo efecto le precede una causa que lo origina, ¿existe en el fondo una realidad inmutable? Si la realidad no es sólo aquello que recibimos de nuestros sentidos, ¿significa que es posible que una esencia de trasfondo ordenada que se esconda detrás de la apariencia caótica (sujeta a la inestabilidad) perceptible? De existir, ¿ese punto de partida primario implica un orden que puede ser determinable y rastreado? ¿Será posible encontrar una huella mediante la cual quedó manifestada alguna realidad primaria en la naturaleza perceptible? ¿Y será posible acceder a ella por medio de la matemática? Como dijo Galileo Galilei: “el gran libro de la naturaleza está escrito en símbolos matemáticos”.
    De lo mencionado se desprende que me fascinó porque se cierne sobre el conocimiento, particularmente acerca de la intrigante ciencia de la matemática, para la cual me hubiera gustado tener mayor destreza. Pero lo más impactante es que la película auna estos temas al interrogante que se plantea intrínseco sobre cuán más allá podemos ir a partir de los números o de cualquier otro sistema, sin confinarnos al apartamiento de la realidad diaria, y por ende de las relaciones humanas desde que esa persona curiosa y con pretensiones de conocimiento trascendente quizás no forma parte de las personas corrientes a quienes poco les interesa desligarse de la uniformidad en el pensamiento impartida desde el sistema educativo y los medios masivos. O en otras palabras, que la desconfianza que se puede sostener como postura de investigación acerca de la verosimilitud (o tal vez el origen de la existencia) de la realidad que capturan nuestros sentidos cada día, se extienda y nos induzca en este sentido a subestimar a los seres que nacieron y conviven junto a nosotros en esta realidad del mundo, como si los humanos, animales o plantas apenas equivalieran a millares de átomos unidos que nuestro cerebro interpreta en forma de cuerpo individual, como si pudiera ignorarse a las almas que se funden en compañía y sostén mediante la amistad, la pareja y la familia (en menor, mayor o igual medida). Como si en busca de la explicación del origen, perdiéramos nuestro origen mismo. Porque creo que la vida es el mayor de los milagros (si pensamos en la cantidad de procesos que se ponen en juego para que tenga lugar) y a través del reconocimiento de la vida de los demás, estamos impregnando de valor también la nuestra.   
    Por último, en mi opinión, creo que la vida tiene tanto de caos como de orden, y como ya expresé en una publicación pasada, casualmente llamada “Orden en el caos”, ambos estados son necesarios, ya que cuando las situaciones no se tornen tan previsibles a veces dependerá del caos que se manifieste el orden mediante el cual responderemos al cambio que éste surta. En el Antiguo Egipto se sostenía (y yo concuerdo con esta postura) que cada vida proporciona una nueva oportunidad para el aprendizaje. Ahora bien, pienso que la racionalización en extremo puede conducir a una visión que se pretenda única por guardar rigor científico, aunque sea parcial. Si cada vez que afirmarmos algo, también estamos negando otra cosa. Por lo tanto definir es limitar, reconocía ya un escritor inglés de nombre Oscar y apellido Wilde, pues cuando definimos al mismo tiempo ignoramos otras perspectivas, ergo fragmentamos la realidad reduciéndola a definiciones en lugar de mirar el todo por entero.
    Finalizada esta apenas simple interpretación, considero que debido a lo intrincado de la trama y a lo escrito en el primer párrafo se trata de una película de aquellas para ver y volver a ver, una y otra vez.



Angel
Massive Attack

sábado, 17 de diciembre de 2011

Hombre Mirando al Sudeste

Hombre Mirando al Sudeste
Eliseo Subiela
1986
"Yo no quiero que me curen, yo quiero que me entiendan"

   ¿Quién es un loco? ¿Aquél que no encaja porque se diferencia de la mayoría? ¿Qué lo hace diferente? ¿El que viene a sacar de las casillas a los cuerdos”? ¿O acaso no será aquél que trae un mensaje que no siempre estamos dispuestos a escuchar?
   Mis prejuicios con respecto al escaso goce que había podido encontrar en las películas del cine argentino, ya fuera por sus tramas o sus interpretaciones, me llevaron a evitar su conocimiento y luego a desestimarlo. Pues bien, esta película ha logrado reinvertir la impresión originada por las películas mayormente comerciales, puesto que me ha calado en el alma de un modo que no bastarán las tres veces que la he visto, estoy segura que es una película a la cual volveré durante mi vida.
   Hombre Mirando al Sudeste pone en discusión muchas de las cuestiones que damos por sentadas, y en las cuales llegamos a basar nuestra existencia, incluso se atreve a indagar en los interrogantes que tanto me apasionan, los filosóficos: qué consideramos por realidad, la estrecha línea que discierne la normalidad de la anormalidad, la equiparación de la diferencia como locura entrelazada al tratamiento (a veces tan despectivo como humillante) que le brindan los médicos a los pacientes y la inmediata identificación que suele hacerse de ésta con el mal, y por ende la perentoria necesidad de extirparlo aislando en hospitales que se erigen como prisiones a quienes presentan los síntomas, privándolos así de todo afecto porque no se los quiere cerca... claro, no vayan a contagiarnos, como si los locosestuviesen equivocados de antemano y el resto se creyese lo suficientemente sabio o racional, ya que el sistema no se conforta sólo con inculcarnos cómo debemos pensar, actuar, consumir sino que también imparte lecciones acerca de cómo debemos sentir, qué es lo que debemos desear o sentir como felicidad... ¡sí, la felicidad! donde ya no se consigue apreciar el sentido de una brisa que trae el aroma de una flor o de la lluvia, donde el hombre se desentiende de sus semejantes por obtener su ambicionado éxito individual hasta ofrecerles no más que la indiferencia, donde se suelta y se desampara al alma hasta escabullirse de ella, donde se nos ciega por completo en la falsa búsqueda de lo material y aparente.
   Me sentí muy identificada en cuanto a la percepción de que si uno no adopta los valores establecidos o no se ajusta a las creencias o ideas que sostiene la mayoría se puede ser desaprobado hasta el punto de llegar al desprecio y la posterior marginación que tanto duele entre seres en apariencia humanos. ¿Si pudieran conseguir más cárceles a cuántos nos encerrarían? Pero no, no va a embargarme más la culpa por ser, nunca más aunque se me reconozca como diferente entre una gran camada de iguales, no soy culpable por desobedecer la premisa de este siglo, de que aquí se construyan muros, en lugar de puentes, de la grandeza material como única felicidad posible y alcanzable, de que la mirada que predomina apenas pueda ser capaz de ver un amor fundado en la atracción física... ¡eso no es amor, eso es pornografía! Al revés, si estar loca es sinónimo de ser curiosa ante la vida, de no detenerme jamás en explorar a las sensaciones que me puede brindar un día ni una persona, de ver con el corazón como lo hacía Saint Exúpery, encontrando la felicidad en las cosas más simples y en los momentos más pequeños, los gestos gratos que nunca olvidaré, aquellos por los que realmente vale la pena vivir, de enamorarme y también amar, y de rechazar como esenciales a los objetos de consumo, entonces yo también soy una loca, una loca soñadora que se conmovió con la escena de la Novena Sinfonía de Beethoven porque le pareció magnífica.
   ¿En qué lugar estará el alma? A veces pienso que el alma debe hallarse en un lugar muy profundo, donde muchos no consiguen escarbar. Tal vez Rantés realmente provenía de otro planeta o tan sólo se haya refugiado en el hospital porque descubrió que el verdadero manicomio se encuentra fuera, en la civilización.



Sobre la música: “Es sólo una sucesión de vibraciones pero a los hombres parece hacerle mucho bien. ¿Dónde cree que está la magia? ¿En el aparato, en el que escribió esto, en mí, en ellos que se emocionan cuando la oyen? No puedo darme cuenta de lo que sienten... Sí puedo darme cuenta, pero no puedo sentir lo mismo, ¿entiende?”


Ustedes están en la prehistoria de los hologramas... una especie de fotografía obtenida a través de un rayo láser. Nosotros hemos logrado que esas imágenes se corporicen en el espacio a través de lo que sería un gran proyector programado por una computadora muy compleja que incluye todos los datos vitales para que esa imagen tenga vida. En realidad, yo puedo prescindir de sus ojos, usted puede cerrarlos y yo sigo existiendo. Respiro, puede tocarme, puedo tocarlo, somos replicas humanas perfectas, salvo por una cosa, no podemos sentir”.
(Esta frase me llamó poderosamente la atención porque recientemente me llevó a buscar en el libro El Kybalion, de Hermes o Imhotep [quien fue considerado un sabio en Egipto cuyas enseñanzas se han diseminado en diferentes culturas bajo estricta reserva dada su importancia, y de las cuales deriva el atributo de hermético como algo secreto, que no puede difundirse al oído no preparado para escucharlas] aquella idea que antes él mismo había postulado, y la cual revalorizaron más tarde los físicos cuánticos Max Planck y David Bohm acerca de que los fenómenos y las apariencias sensibles a nosotros, la realidad como la conocemos, el universo que vemos no es material como se nos presenta; por el contrario sería una imagen creada por la mente que no se encuentra dentro de cada ser sino que es infinita, universal y viviente, y luego proyectada por la mente interna situada dentro de cada uno de nosotros como realidad en base a la cual creamos luego nuestros pensamientos. Dado que El TODO es mente; el universo es mental según Hermes, y es el lugar donde vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, entonces quiere decir que así como el universo no resulta independiente de la mente de los observadores que lo apreciamos como tal, el todo vendría a ser uno, siendo los habitantes de la Tierra también uno porque también somos observados y es de ese TODO que es mente, que nuestra propia mente, la de cada ser recibe la proyección mediante la cual percibir todos los humanos percibimos el universo del mismo modo físicamente. Si bien mis conocimientos sobre el tema no son profundos, ya que sólo he estudiado la física básica de la escuela secundaria, me pongo a pensar en lo que ocurriría de profundizar (si es que ya no se profundizaron) estos saberes porque ¡cuántas estructuras de este mundo se derrumbarían de difundirse estas ideas! ¡tal vez se reformularía hasta la misma base entera de la visión materialista del mundo porque significaría que es una ilusión del pensamiento creer que existen seres y cosas separadas como individuales, y al mismo tiempo un condicionamiento que nos lleva a concebir al universo y por ende a nuestras vidas como limitadas cuando en realidad no lo son! Si sólo podemos ver una realidad, o parte de ella perceptibles sólo en sus efectos no así en su naturaleza, queda abierta la pregunta sobre cómo podríamos acrecentar nuestra capacidad de percepción para conocer mejor el mundo y a nosotros mismos. Me queda inconclusa también otra cuestión: si lo que nos permite sentir es el alma que se encuentra en cada uno de los seres, y Rantés no podía sentir como lo aseguraba, él sólo había proyectado su imagen en el espacio para que tenga vida, ¿acaso él no habrá sido espíritu, no habrá representado a la mente universal que vino a advertirnos cómo estaba siendo tergiversada por el comportamiento egoísta del hombre, cuando el todo dejó de ser uno, no habrá sido él una parte del TODO incognoscible que en nada se asemeja a los dioses religiosos puesto que carece de personalidad y por ende de cualquier sentimiento, como amor, odio, necesidad de ser alabado, etc.? De cualquier modo, creo que definir es limitar, y mi escepticismo no me permite cerrar ninguna puerta).  


-Usted está totalmente chiflado pero debo reconocer que es un chiflado muy especial, me preocupa Rantés. De verdad me preocupa.
-Y yo le agradezco que se preocupe por mí. No creo que sea habitual que alguien se preocupe por otra persona en este lugar.
-¿En este hospital? 
-En este planeta.


“La naturaleza sólo permite un desarrollo muy lento, favorece más facilmente un cambio de especie que un cambio de conciencia. Yo soy más racional que ustedes, respondo racionalmente a los estímulos. Si alguien sufre, lo consuelo, alguien me pide ayuda, se la doy. ¿Por qué entonces usted cree que estoy loco? Si alguien me mira, lo miro, alguien me habla, lo escucho. Ustedes se han ido volviendo locos de a poco por no reconocer esos estímulos, simplemente por haber ido ignorándolos... alguien se muere y ustedes lo dejan morir, alguien pide ayuda y ustedes miran para otro lado, alguien tiene hambre y ustedes dilapidan lo que tienen, alguien se muere de tristeza y ustedes lo encierran para no verlo, alguien que sistemáticamente adopta esas conductas, que camina entre las víctimas como si no estuvieran, podrá vestirse bien, podrá pagar sus impuestos, ir a misa, pero no me va a negar que está enfermo. Su realidad es espantosa, doctor. ¿Por qué no dejan de una buena vez la hipocresía y buscan de una buena vez la locura de este lado? Y se dejan de perseguir a los tristes, a los pobres de espíritu, a los que no compran porque no quieren o porque no pueden, toda esa mierda que usted me vendería de muy buena gana... si pudiera, ¡claro!”.


-Quiero investigar.
-¿Qué quiere investigar
-El cerebro del hombre.
-¿Su cerebro? 
-No, el de ustedes.
-Lamento defraudarlo, Rantés pero a esta altura puedo confirmarle que su cerebro es igual al mío y al de cualquier ser humano. 
-Si es igual, ¿por qué usted está con uniforme de cuerdo y yo, con uniforme de loco?


“Usted también es un buen tipo pero no es feliz. Y lo que más me preocupa es que lo sabe y no le importa. ¿Por qué los seres humanos parecen resignarse a tantas cosas que los están destruyendo. ¿Y por qué hacen tan poco por modificar esas cosas? ¿Se están suicidando por estúpidos o están pagando culpas?”.


“Le digo la Santa porque es una mujer muy especial. Yo verifiqué en ella mecanismos que no vi en otros seres humanos. Un ser humano tiene manifestaciones físicas como el llanto, el temblor. La santa cuando siente amor, larga un líquido azul por la boca... ¿Qué pasa, doctor? ¿Se siente frente a los límites y no quiere ir más allá? (Luego, Rantés observa un árbol en el patio del manicomio) En los manicomios, nacen árboles locos, ¿no?”.


“El hombre siempre oculta cosas en su alma, por eso no es feliz”.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El Cielo Sobre Berlin

Der Himmel über Berlin
(El Cielo Sobre Berlin)
Wim Wenders, 1987
 
"Mirar desde arriba no es mirar; hay que mirar a la altura de otros ojos"

   Los ángeles que deambulan Berlin en color sepia no poseen alas, sino que visten trajes  oscuros e incluso lucen muy semejantes a los humanos. Excepto que estos seres celestiales observan a los habitantes de la ciudad, tanto desde el aire como en la tierra cuando descienden a apreciarnos más de cerca, no como lo hace la mayoría de las personas, puesto que estos ángeles son capaces de internarse hasta la esencia humana, pueden escucharles extrayendo los más hondos pensamientos y sentimientos que a menudo se ven inhibidos en una época caracterizada por ostentar las armas, lo material, lo extraño, lo más ajeno y destructivo de nuestra existencia. Y pese a que no les es posible cambiar los cursos de las vidas mortales, abrazan la cualidad que a muchos se les ha extraviado de su andar, son quienes les tienden su mano sobre el hombro a los desamparados y abandonados de afecto. Ellos registran detalladamente cada experiencia humana. Pues de veras se jugarían su existencia eterna para lograr experimentar aquellas sensaciones que al estar tan impregnadas de cotidianeidad ya damos por sentadas, a menudo restándoles la importancia que realmente se merecerían ¡cuando nos integran cada día! ¡Cuánto darían estos seres por estirar los dedos frotándose las manos cuando el clima está, agradecer el color, sentir la compañía de los huesos y de la sangre, saludar y ser saludado, disfrutar del aroma al café... sentir, saber lo que es el amor, mientras estás en los brazos de otra persona, ambos unidos formando parte del mismo ser y al mismo tiempo encarnando lo que todas las personas alguna vez anhelaron! Eso es humanidad, y en ella radica lo que puede salvarnos.
   A los ángeles que deambulan Berlin en color sepia les agrada pasar tiempo en las bibliotecas, donde intentan capturar el asombro. Es a causa de ello tal vez que los únicos humanos para quienes los ángeles son perceptibles son los niños, que conservan intacta la curiosidad, tan pura que su sensibilidad no permite que se les escurra y aun cuando corren ella viaja consigo, mientras intentan desentrañar las amarras del mundo que los rodea para luego anudarse junto a él... hasta que su corazón no se haga mayor.



Als das Kind Kind war,
ging es mit hängenden Armen,
wollte der Bach sei ein Fluß,
der Fluß sei ein Strom,
und diese Pfütze das Meer.
Als das Kind Kind war,
wußte es nicht, daß es Kind war,
alles war ihm beseelt,
und alle Seelen waren eins.

Als das Kind Kind war,
hatte es von nichts eine Meinung,
hatte keine Gewohnheit,
saß oft im Schneidersitz,
lief aus dem Stand,
hatte einen Wirbel im Haar
und machte kein Gesicht beim fotografieren.

Als das Kind Kind war,
war es die Zeit der folgenden Fragen:
Warum bin ich ich und warum nicht du?
Warum bin ich hier und warum nicht dort?
Wann begann die Zeit und wo endet der Raum?
Ist das Leben unter der Sonne nicht bloß ein Traum?
Ist was ich sehe und höre und rieche
nicht bloß der Schein einer Welt vor der Welt?
Gibt es tatsächlich das Böse und Leute,
die wirklich die Bösen sind?
Wie kann es sein, daß ich, der ich bin,
bevor ich wurde, nicht war,
und daß einmal ich, der ich bin,
nicht mehr der ich bin, sein werde?


Cuando el niño era niño
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente
y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué estoy aquí?
¿Por qué no, allí?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Es la vida bajo el Sol no sólo un sueño?
Es lo que veo y oigo y huelo,
¿no sólo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal
y gente que en verdad son los malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que yo soy,
no fuera antes de devenir; y que un día yo,
el que yo soy, no seré más ese que soy?

Extracto de Canción de la infancia, de Peter Handke,
cuyas estrofas se van completando a medida que recorren esta maravillosa película.