domingo, 19 de febrero de 2012

II

 
Parece ser que el miedo o la resistencia a la soledad no es más que
el reflejo del temor de encontrarse a uno mismo.



sábado, 18 de febrero de 2012

Moebius

Moebius
 Gustavo Mosquera
1996

    Cine y matemática se presentaban en una combinación atractiva cuando puedo decir que por fin acabé de reconciliarme con el cine nacional, dejando de lado mis prejuicios infundados y mis norotundos, y en lugar de ello, interesándome por informarme un poco sobre la temática de las películas como siempre lo hago antes de verlas.
    Moebius ya me había llamado la atención desde que leí que lo caracterizaban como uno de los pocos films de ciencia ficción del país, lo cual me despertó grandes expectativas pues últimamente me siento más cómoda con este género que con otras películas extraídas de un ámbito calificado como más realista. No es que pueda digerir cada película sobre invasiones extragalácticas (de cuya realidad incluso llego a dudar debido a la sobre-extravagancia de sus efectos especiales) pero por medio de la literatura y cine a los cuales he tenido alcance pude ampliar mis capacidades no sólo de imaginación sino también mi modo de ver el mundo, y al mismo tiempo, alegrarme por haber podido desintegrar esos límites. Y respecto a la realización argentina de films de estas características, no lo había sospechado anteriormente hasta tener la agraciada casualidad de toparme con Hombre Mirando al Sudeste.
 
    Volviendo a la película en particular, se trata de una cinta de bajo presupuesto, al igual que la mencionada y de ese modo, esta cualidad deviene en grandeza al proporcionarle un marco lúgubre donde predominan los colores oscuros apenas atenuados por la presencia de los trenes, donde la escasez de música logra que el largometraje torne el caracter de un recorte fidedigno de realidad, esta vez obtenido mediante el ojo cinematográfico. De alguna manera pude presentirlo, porque un aspecto me decidió a verla luego de los ya añadidos, fue el misterio que para mí evocan los trenes subterráneos, más porque parecen pertenecer a una especie de realidad alterna que escapa a la vida que se desarrolla sobre tierra. En este caso, un tren desaparecido se transforma en el hilo conductor de la historia. Aquí es donde comienzan a converger las incertezas y las matemáticas, y sentimos cómo la infinidad del universo se nos escapa de nuestra finitud.
    Si bien se trata de una adaptación, al estar basado el guión en un relato alemán de Armin Joseph Deutsch titulado Un subterráneo llamado Moebius, se percibe la impronta local claramente. En Buenos Aires la habitualidad del transporte subterráneo acorta los tramos de la gran ciudad y se presenta como la solución de quienes deben recorrer kilómetros para llegar a tiempo al trabajo o a clases, no obstante no siempre da lugar a la reflexión acerca de qué artilugios matemáticos se esconderán detrás de la arquitectura de los tan intrincados ramales.
    Cabe destacar, por último el desenlace genialmente impensado y su conclusión desgarradora. ¿Qué respuestas se podrán brindar a este misterio? ¿Las deducidas tras un arduo análisis que pone en jaque los límites de las ciencias exactas o las que caben en el entendimiento lógico de la mayoría de las personas?


+Una curosidad: me resultó asombroso el parecido entre el actor que encarna al personaje del matemático en esta película y Rantés, de Hombre Mirando al Sudeste, tanto que tuve que comprobar vía web si acaso no se trataba de la misma persona. Pero no, sólo había sido una impresión.

martes, 14 de febrero de 2012

Stop whispering... start shouting!


And the wise men say
“I don’t want to hear your voice”
And the thin men say
“I don’t want to hear your voice”

And they’re cursing me
And they won’t let me be
And there’s nothing to say
And there’s nothing to do
 
Stop whispering, start shouting
Stop whispering, start shouting

And my mother say
“We spit on you, son, some more”
And the buildings say
“We spit on your face some more”

And the feeling is that
there’s something wrong
Cause I can’t find the words
and I can’t find the songs

Stop whispering, start shouting
Stop whispering, start shouting

Dear Sir, I have a complaint
Dear Sir, I have a complaint
Can’t remember what it is
Doesn’t matter anyway
Doesn’t matter anyway

Stop whispering
Stop whispering
Stop whispering
Start shouting!


(Radiohead, Pablo Honey, 1993)

Aquí ya apenas se escucha

   

    A mí me encantaría extender mis brazos en alas, ensancharme como el lobo estepario de Hesse y expandir todo lo que tengo para dar. Nadie más que yo sabría lo feliz que me haría poder remontar mis sueños en otros territorios. Sin embargo, ventanas y puertas están cerradas. De intermedio siempre están las palabras, los barrotes son las palabras que se manosean, se doblan, se exprimen y se secan en otros labios cuando éstos intentan abrirlos por su cuenta. Porque radica en un mecanismo corporal, si físicamente ninguno podrá ubicarse en el lugar del otro. Entonces al menos, espiritualmente tan sólo por un momento tiene que ocuparse el otro de desplazar mentalmente sus barrotes, escaparse tan sólo lo que dure el encuentro de su ensimismamiento individual que lo separa para poder escuchar, para que se concrete el encuentro. ¡Traspasemos las limitaciones físicas! Pero aquí las células están hechas de la materia que compone a cada ser, y no, los problemas no pueden ser celulares porque no podemos ser todos ladrones y quien se atreva a indagar en ellas sólo se descubrirá cuestionándose a sí mismo. 

    Aquí ya apenas se escucha. Se oye, es cierto, la mayoría nació con la capacidad de oír pero parece que fueran despojándose de la misma con el tiempo, a medida que maduran. No, madurar no significa crecer. Todos escuchan pero no todos comprenden, o más bien, simplemente oyen sólo aquello que quieren oír. Nadie puede posicionarse en el lugar de otro porque su subjetividad no supone un traslado sin su interpretación. Pero yo no pedí ayuda, no acudí a consejo porque mi singularidad es propia y como propia, única, y entraña la causa de que nunca podría compararse a la experiencia de los demás, por eso yo no necesito opinión, las lenguas se prolongan demasiado cuando irrumpen en juicios y terminan por regurgitar... y yo sólo necesito que me escuchen.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Rainy day, dream away



Hey man, take a look out the window 'n see what's hapennin'
Hey man, it's rainin'
It's rainin' outside, man

  

Don't worry 'bout that
Everything's gonna be everything
We'll get into something real nice, you know
Sit back and groove on a rainy day




I see what you mean, brother
Lay back and groove




Rainy day, dream away
Let the sun take a holiday
Flowers bathe', an' see the children play
Lay back and groove on a rainy day




I can see a bunch of wet preachers,
look at them on the run
The carnival traffic noise
is sinks into splashing
Even the ducks can groove rain bathin'
in the park side pool (¿en el laguito del parque Independencia tal vez?)
And I'm leaving out of my window (desde la terraza, en mi caso)
sill diggin' ev'rything and you too




Rainy day, rain all day
Ain't no use no use in gettin' uptight
Just let it groove its own way
Let it drain your worries away






Lay back and groove on a rainy day
Lay back and dream on a rainy day


Texto: Rainy day, dream away, Jimi Hendrix 
Fotografía y edición: Lluvia desde la terraza, por mí 

miércoles, 1 de febrero de 2012

Las Dos Torres

    Si en La Comunidad del Anillo Tom Bombadil supo convertirse en un personaje entrañable y completamente encantador para mí, en Las Dos Torres fue Bárbol quien en apenas un solo capítulo me acaparó el alma... ¡es que me pareció un personaje increíblemente filosófico! Existe algo que reconozco en Tolkien y consta en el hecho de que él sabe bien que cuando cada uno de los personajes contribuye a crear la integridad de la obra, ninguno puede ser apreciado ya como secundario, entonces todos son necesarios aunque algunos estén más presentes que otros. Y al mismo tiempo, tampoco puede decirse que la inclusión de alguno esté demás, porque dentro de este maravilloso libro (el que más me gustó hasta ahora) noté que cada uno de los personajes cuenta con una especie de sabiduría, si bien diferente unos de otros, que logran transmitir de un modo tal que no sólo conmueve sino que además induce a querer aprender más sobre ellos, oírlos a través de la lectura, sentirlos salirse de las páginas trayendo con ellos los mágicos paisajes, o incluso querer sentarse a compartir una conversación con ellos pero dentro, en algún bosque élfico.

    Fue al final de La Comunidad del Anillo cuando los rumbos se separaron, y es en Las Dos Torres cuando deben proseguir cada cual a su curso, lo que implicó para Tolkien describir los trayectos de la comunidad dividida en capítulos alternos, combinando el suspenso y el terror que indica la proximidad del punto sur en la Tierra Media. Sin embargo, la inminencia de la guerra contra el poder oscuro resultará en otra compañía más numerosa con la añadidura de guerreros admirables. Porque hasta yo misma pude experimentar el espanto cuando Tolkien me enfrentó con los orcos y los aún más horrorosos Uruk-hai cara a cara. Aunque a decir verdad siempre me había generado desconfianza Boromir debido al incidente ocurrido en el primer libro, pude comprenderlo mejor a través del enorme aprecio que le tenían quienes lo conocieron en verdad. Otro punto a destacar es que mi relación de ambigüedad con respecto al miserable Gollum ha llegado a su punto muerto. Su psique queda expuesta profundamente al alcance de nuestros sentidos en un desenlace tan bien logrado por Tolkien que creo que la mente y sobre todo el alma de Gollum, merecen formar parte de un estudio pormenorizado por psicólogos.

    Maravilloso como este relato es sentirme acogida en el mundo de la literatura de ficción impregnada de aventuras extraordinarias y mitología donde las canciones y leyendas guardan el recuerdo de la historia y lo transportan a lo largo de los años me hace pensar cuánto me gustaría poder aprender sobre las costumbres de los pueblos que habitaron Argentina antes de que la colonización terminara por extinguirlos más allá de esos engorrosos cuadros de texto que me hicieron completar en la escuela, y si en algún lugar se conserva algún relato sobreviviente de la matanza de españoles y nacionales, si alguna persona que como yo le otorga significativa importancia a la cultura de nuestros antepasados ha rescatado aunque sea un retazo de historia me gustaría escucharla de su voz, porque a pesar de que no me unen lazos de sangre como a tampoco la mayoría de argentinos descendiente de europeos con mapuches, onas, diaguitas, tobas o patagones si alguna vez existió un comienzo aquí por el cual la tierra fue cultivada y su crecimiento se ha perpetuado hasta nosotros fue gracias a su trabajo y convivencia con ella. Por otro lado, ya no se nos escurriría tan fácilmente la historia si nos la contaran cantando. Maravilloso este relato como la dicha que hoy lo inscribe en mi realidad haciéndome inmune a muchas aristas de lo que hoy llaman realidad que en nada hacen a mi crecimiento personal.


Los nombres verdaderos os cuentan la historia de quienes los llevan, en mi lenguaje, en el viejo éntico como podría decirse. Es un lenguaje encantador, pero lleva mucho tiempo decir algo en él, pues nunca decimos nada, excepto cuando vale la pena pasar mucho tiempo hablando y escuchando.

Fueron los Elfos quienes empezaron, por supuesto despertando árboles y enseñándoles a hablar y aprendiendo el lenguaje de los árboles. Siempre quisieron hablarle a todo, los viejos Elfos.

[...] Hubo un tiempo en que yo pude caminar y cantar el día entero, y sólo oír el eco de mi propia voz en las cuevas de las colinas. Los bosques eran como los bosques de Lothlórien, pero más densos, más fuertes, más jóvenes. ¡Y el olor del aire! A veces me pasaba toda una semana ocupado sólo en respirar.

[...] -Dejemos este... ¿habéis dicho cómo lo llamáis?
-¿Colina? -sugirió Pippin-. ¿Cornisa? ¿Escalón - sugirió Merry. Bárbol repitió pensativo las palabras.
-Colina. Sí, eso era. Pero es una palabra apresurada para algo que ha estado siempre aquí desde que se formó esta parte del mundo [...] .

[...] -Es posible que ese hobbit me haya salvado de cometer un error irreparable (Gandalf).

-¡Misericordia! -exclamó Gandalf-. Si para curar tu curiosidad hay que darte información, me pasaré el resto de mis días respondiendo a tus preguntas. ¿Qué más quieres saber?
-Los nombres de todas las estrellas y de todos los seres vivientes, y la historia de la Tierra Media, y de la Bóveda del Cielo y de los Mares que Separan -río Pippin-. ¡Por supuesto! ¿Qué menos?.

Era la primera vez que Sam veía una batalla de Hombres contra Hombres, y no le gustó nada. Se alegró de no verle la cara al muerto. Se preguntó cómo se llamaría el hombre y de dónde vendría; y si sería realmente malo de corazón, o qué amenazas lo habrían arrastrado a esta larga marcha tan lejos de su tierra, y si no hubiera preferido en verdad quedarse allí en paz”.

No sé cuánto tardaremos aún... hasta el final -dijo Frodo-. Nos retrasamos demasiado en las montañas. Pero Samsagaz Gamyi, mi querido hobbit... en verdad Sam, mi hobbit más querido, mi amigo por excelencia, no nos preocupemos por lo que vendrá después. Terminar con este trabajo, como tú dices... ¿qué esperanzas tenemos de terminarlo alguna vez? Y si lo hacemos, ¿sabemos acaso qué habremos conseguido?.

I

Resulta condición ineludible para descubrir la esencia tener que derretir la corteza que la envuelve, como cuando los pétalos de una flor se abren de su capullo. Pero para lograrlo, es necesario aprender a mirar con el corazón.